La crisis ha arrastrado consigo un fenómeno generalizado: la competencia por precio. Los clientes de todos los segmentos quieren obtener el mejor precio posible, y han aumentado enormemente su sensibilidad al precio. Lógicamente esa sensibilidad es máxima en los segmentos de menor valor añadido, en los productos y servicios más básicos o populares; y mayor en los de mayor valor. Pero todos ellos la experimentan. Prácticamente en todos los sectores.
¿Se ha impuesto la competencia por precio?
¿Se ha impuesto la competencia por precio?
¿Se ha impuesto la competencia por precio?
La crisis ha arrastrado consigo un fenómeno generalizado: la competencia por precio. Los clientes de todos los segmentos quieren obtener el mejor precio posible, y han aumentado enormemente su sensibilidad al precio. Lógicamente esa sensibilidad es máxima en los segmentos de menor valor añadido, en los productos y servicios más básicos o populares; y mayor en los de mayor valor. Pero todos ellos la experimentan. Prácticamente en todos los sectores.