Seguimos en situación crítica
Las finanzas mundiales siguen en una situación crítica en prácticamente todos los frentes, el área euro sufre en especial la incertidumbre creada en torno al euro y al grave déficit de los países del Sur, con la Espada de Damocles de Grecia y en menor medida de España e incluso de Italia, y España está atrapada en una dinámica diabólica: reducción del gasto público para enderezar el presupuesto y caída de la economía ante la ausencia de apoyos al desarrollo, lo que hace caer los ingresos públicos y reincide de nuevo en el déficit. Tanto el consumo como la inversión están hundidos. Y la tasa de paro cercana al 25%.
En ese contexto, nos levantamos cada día con malas noticias, y los inversores están muy nerviosos. Los últimos datos explican que han salido más de 100.000 millones de euros de España. Es el dinero del miedo, que también viene a añadir su grano de arena negativo.
No es justificable pero sí explicable, porque el inversor español tiene miedo. Y los medios de comunicación no ayudan a evitarlo sino al contrario.
Mañana hay una reunión del BCE de la que se espera mucho, quizás demasiado.
El juego que estamos jugando es el siguiente:
Los países del Sur (Grecia, Portugal, España e Italia) tienen unos déficit públicos excesivos, como consecuencia de unas administraciones ineficientes y derrochonas y de unas condiciones sociales de país rico.
Como consecuencia, esos países se han ido endeudando y las perspectivas son que su endeudamiento siga creciendo, ya que no hay perspectivas de superávit fiscal a corto plazo.
Los costes financieros de su deuda les pesan como una losa.
Los esfuerzos de reducción del déficit les llevan a recortar gasto público e inversiones, pero como coinciden con una fase de depresión económica, esos recortes profundizan en la depresión.
La recesión económica hace más difícil reducir la deuda, y en consecuencia les lleva a costes cada vez más altos a la hora de financiarse.
Todos ellos corren el riesgo de que los mercados lleguen al punto de no financiarlos, cuando sus primas de riesgo sean ya inasumibles.
De hecho Grecia ya ha llegado a ese punto, y Portugal y España están bordeando el precipicio. Italia aún está lejos, pero sabe que si cae España la arrastrará con ella.
Y la caída de España (e Italia) conduciría al hundimiento del euro y de la Union Monetaria, con unas consecuencias desconocidas, pero sin duda perversas, tanto para los países afectados como para el resto de países de la UM, de la UE ye indirectamente de todo el mundo. Por eso EEUU está tan interesado en que la UE resuelva este nudo gordiano.
¿Cómo resolver el dilema?
Básicamente con el avance coordinado de los países de la UM en dos líneas:
a) Que los países deficitarios se comprometen a un ahorro y gestión sostenible que sea creíble. Que se demuestre con medidas concretas, y que, sobre todo, sea creíble para los países del norte de la UM y para los mercados financieros. Y sobre todo para Alemania.
b) Que los países fuertes de la UM, encabezados por Alemania, acepten apoyar a los países débiles, no sólo con financiación para que puedan salir adelante a un coste aceptable, sino también para que puedan registrar una recuperación económica.
Esas dos líneas de actuación deberían englobarse dentro de un nuevo marco de funcionamiento de la Unión Monetaria (de la Europa del euro), más integrado fiscal y financieramente, y, en definitiva, más integrado políticamente (más Europa).
Actualmente la realidad es que aún no se ha producido el avance necesario en ninguno de los dos frentes:
a) En el primer frente, aunque se han tomado medidas, no son suficientes, o al menos no son suficientes para el criterio de Alemania y de los mercados.
b) El segundo frente está supeditado al primero. Alemania no dará un paso al frente hasta que no crea que los manirrotos están dispuestos a corregirse, pero con medidas de fachada, sino con medidas de fondo, estructurales y sostenibles. En definitiva, que merecen ser sus socios políticos. Alemania está escarmentada. Grecia, por ejemplo, se ha reído de ellos. Y los casos de derroche y corrupción en España o Italia son de todos conocidos.
¿Conseguiremos llegar al punto de inflexión?
Es una partida de póker, pero yo creo que sí. El argumento básico para defenderlo es muy sencillo de entender: en el fondo les interesa a todos. Romper la UM y que los países del Sur saliesen del euro sería malo para todos. Y sería ir contra la historia. Lo saben todos, pero nadie quiere ceder antes de tiempo. Es un tira y afloja, con los mercados financieros de árbitros.
Y no es una partida sólo de los políticos de cada bando, sino también de los ciudadanos de cada bando. Los ciudadanos de los países ricos (Alemania, etc.) han de aceptar ayudar a los pobres. Y éstos han de aceptar los sacrificios que se les exigen, y han de aceptar que van a ser más pobres, y que habrán de trabajar más por menos.