Start-up
Un chaval que es aficionado a las máquinas, que aprende a arreglar motores e incluso a fabricar relojes, y que cree que podrá producirlos en serie, cuando aún se producían artesanalmente.
No encuentra capital, y la idea de la fábrica de relojes se difumina.
Con el tiempo, leyendo revistas, se le ocurre crear un nuevo vehículo. Se pone a fabricarlo en su propia casa. Pensando en el combustible, se plantea probar con uno nuevo que hasta entonces nadie usaba.
Pasado un tiempo consigue poner a punto un prototipo, que prueba personalmente, pero no convence a nadie. Han de transcurrir 8 años hasta que el invento está a punto. Pero entonces se necesita capital para sacarlo al mercado, El dueño del bar donde solía ir a tomar una copa se lo presta, y el chaval, que ahora ya es un afamado ingeniero, monta una empresa que desarrolla un propotipo que asombra al mundo. Lo demás es historia.
¿De quien estoy hablando?
Pues del coche de gasolina fabricado en serie. ¡Ah! Y el chaval era Henry Ford.
Por cierto, sus socios capitalistas en la empresa inicial querían hacer coches de lujo, pensando en el beneficio inmediato, pero compitiendo con otras marcas que ya habían salido al mercado con productos similares. Ford quería hacer un coche popular, a precio asequible, y sus socios lo abandonaron. Tuvo que seguir solo. Para su fortuna y la del mundo que ayudó a cambiar.