¿Tienen futuro las empresas familiares?
Esta crisis he ha hecho preguntarme si las empresas familiares tienen futuro. Sé que lo que digo puede resultar polémico, pero voy a tratar de explicarme.
Hasta ahora ha tenido sentido que alguien monte un negocio y lo convierta con su esfuerzo personal en una empresa, y que con el tiempo lo traspase a sus hijos, quienes heredan la dirección y la propiedad de la misma, y a su vez la traspasan más adelante a sus propios hijos, y así sucesivamente. Se trataba de empresas dirigidas por miembros de la misma familia, que pasaban de una generación a otra.
La pregunta que me hago es si ese modelo seguirá dándose a partir de ahora; si encaja con las circunstancias de este nuevo siglo.
Quizás sea posible en negocios que mantengan a lo largo de los años un tamaño reducido, que estén muy localizados o muy especializados. Pero dudo que lo sea para otro tipo de empresas. Y en especial en negocios que alcancen una cierta dimensión y que tengan una ambición de crecimiento.
La apertura de la propiedad, y sobre todo de la dirección, a terceros situados fuera del ámbito familiar, se hace inevitable. Ahora más que nunca, cuando el mercado es el mundo, y es en todo el mundo donde hay que vender, comprar y, en definitiva, competir.
En consecuencia, para competir con éxito, sea en el sector que sea, hay que tener un tamaño critico mínimo que es cada día mas grande. A mercados mayores, competidores mayores.
Hay sectores que están notando esa tendencia desde hace tiempo. Por ejemplo, la distribución minorista: los Carrefour, Mercadona, Inditex, El Corte Inglés, y compañía, están acabando con la tienda familiar en todos los ramos del comercio, salvo en nichos especializados muy concretos, que albergan negocios de muy reducida dimensión (lo que no quiere decir que no sean muy rentables).
En conclusión, hoy en día, si se quiere crecer y competir a nivel global, hay que abandonar la estructura familiar.
Es una reflexión mía, que estaré encantado de discutir con mis lectores.