Uber, un caso de libro
Leemos estos días que Uber sigue perdiendo miles de millones de dólares, y su CEO promete que el año que viene acabarán las pérdidas.
La historia de Uber me ha hecho pensar que en otros países una iniciativa empresarial como la de Uber habría acabado en quiebra. En España, sin duda alguna.
Los norteamericanos tienen cuatro cosas que son imprescindibles para sacar adelante un Uber o un Tesla (o un Apple, un Google o lo que sea:
Una ambición global.
Una capacidad de gestión excelente (de las mejores, si no la mejor del mundo).
Un mercado enorme. Quizás el mayor del mundo y el más abierto a la innovación.
Unos recursos de capital monstruosos, que acompañan a los proyectos, sin miedo y sin regatear esfuerzos, hasta el final.
¡Cuánto daríamos en España (o en cualquier otro país) por tener los cuatro!
Es verdad que últimamente casi todos los nuevos proyectos nacen con ambición global, quizás incluso más que en EEUU, pero no es suficiente. Además ellos tienen un arma que no es menor: su idioma de base es el inglés. Nosotros tenemos que adoptarlo, y lo hacemos, pero no es lo mismo, ¿verdad?
En cuanto a capacidad de gestión, hacemos lo que podemos. Tenemos buenos gestores, especialmente rápidos e intuitivos, pero la cultura del control y la gestión ordenada de proyectos es norteamericana. En eso no hay quien los gane. Son ellos quienes llevaron un hombre a la Luna; con eso está dicho todo.
Y en lo que no podemos objetivamente competir en cuanto a mercado propio (doméstico) y recursos de capital.
El mercado norteamericano es 50 veces mayor que el español, y seguro que más del triple que todo el europeo. Y no solo eso, sino que el comprador yanqui, sea por educación o por lo que sea, está siempre abierto a probar nuevas cosas, a apoyar al que empieza, sin miedo a equivocarse. Ya saben que quien no prueba no avanza. En Europa no es tan así. Y en España menos. Y no solo es querer sino también poder, porque estamos hablando de un consumidor con una renta per capita muy alta, que se permite comprar sin pensárselo mucho. Es una gran ventaja para lanzar un servicio como Uber o similar.
Por último pero no menos importante, el capital también apoya a las nuevas ideas y no pide beneficios para seguir invirtiendo, confiando en que al final del túnel (son pacientes, porque son inteligentes) llegará el beneficio de verdad. Y si no que se lo digan a quienes invirtieron en Apple o Google o Facebook, por citar a las más grandes, empresas que empezaron de cero y ahora valen miles de millones de dólares.
En fin, toda una lección de hacer empresa. No es casualidad que las mayores empresas del mundo sean estadounidenses.