Un mundo más y más competitivo
Como consecuencia de los avances sociales y tecnológicos, el Mundo ha experimentado tres grandes fenómenos de cambio en los últimos 25 años: 1.La mayor facilidad de comunicación como consecuencia de la digitalización, las inversiones en infraestructuras telefónicas y la popularización del PC e Internet. Hoy todo el mundo puede comunicarse con todo el mundo, y además hacerlo a precios accesibles. El inglés se ha impuesto en la práctica como la lingua franca. 2.La mayor facilidad de desplazamiento, como consecuencia de las inversiones en infraestructuras de carreteras, portuarias, aeroportuarias y hoteleras, y los avances en automoción y aeronáutica. Sin descartar la eliminación de trabas a los desplazamientos internacionales, al implantarse el euro en 11 países de la UE, o el espacio Schengen sin fronteras, o al implantarse el uso generalizado de las tarjetas de crédito, por ejemplo. 3.La mayor facilidad de relación, que redunda en el aspecto personal y en el empresarial, como consecuencia de la liberalización social, política y económica que se ha producido al solaparse un movimiento de desregulación que venía dándose desde finales de la década de los 70, con el abandono del régimen comunista y la adopción a veces fanática del capitalismo por parte de un gran número de países, de los que deben destacarse China y Rusia.
Los tres fenómenos se han alimentado el uno al otro, y ni siguen vivos hoy en día. La convergencia de los mismos ha supuesto un enorme incremento de la competencia, porque el mundo se ha instalado en el cambio más que nunca. Como consecuencia, la competencia también es mayor que nunca. Las grandes empresas no pueden dormirse, porque las reglas del juego cambian periódicamente, y a veces es difícil es anticiparse a la dirección que tomarán esos cambios. Ser pequeño o ser nuevo no siempre es una desventaja. Ser el líder no siempre es una ventaja. A veces los cambios en el producto o en el modelo de negocio a los que obliga el mercado son mucho más difícil de asumir por los líderes, que tienen más a perder que a ganar. Cuando las reglas de juego cambian las opciones de los jugadores se igualan. ¿Cuál es la solución? No hay fórmulas mágicas, pero cualquier fórmula ha de tener al menos tres ingredientes: humildad, flexibilidad y velocidad.