Un mundo sin petroleo
Hemos de prepararnos para vivir en un mundo sin petróleo. Con menos petróleo y más caro a corto plazo, y sin petróleo alguno en un futuro más lejano (¿2050?).
Eso quiere decir que mientras se investiga en fuentes de energía sustitutivas y universales, y a la vez se invierte en esas nuevas tecnologías, la sociedad, los consumidores, debemos cambiar nuestros hábitos respecto a todo aquello que hoy en día consume petróleo.
Los sectores más afectados por este cambio son los que están directamente relacionados con ese consumo: el transporte y la electricidad. E indirectamente otros, como la hostelería y el ocio.
En el futuro vamos a experimentar una notable disminución de la movilidad, y eso supondrá una caída sensible de actividad en el negocio automovilístico y en de hostelería. Incluso en las infraestructuras, que pasarán de centrarse en el transporte terrestre individual a hacerlo en el colectivo, y que primarán las infraestructuras de telecomunicaciones.
También afectará a los sistemas de iluminación y calefacción, y a los sistemas constructivos. Cambiará el aspecto de los edificios, y el de las ciudades. Todo pasará a estar orientado al bajo consumo energético, y de paso a la sostenibilidad.
La economía ya está notando esos cambios. Los inversores y los empresarios los han de tenerlos en cuenta. Las empresas han de saber reconvertirse, han de saber revertir las amenazas en oportunidades.
Una nueva sociedad y una nueva economía se abren ante nuestros ojos.