Hace años España necesitaba un cambio político tras la muerte de Franco, y supimos abordarlo. Ahora necesitamos un cambio económico. Un cambio que arrastre consigo todas las criaturas deformadas que hemos ido manteniendo en el cuerpo empresarial y social de nuestro entramado económico. Empezando por empresarios incompetentes y siguiendo por plantillas abúlicas, y abarcando también organismos sociales, privados y públicos, a nivel local, autonómico o estatal, como cámaras de comercio, sindicatos, consejerías o ministerios que no aportan nada a la inaplazable mejora de la productividad y la competitividad que requiere la economía española.
Crisis como detonante del cambio
Crisis como detonante del cambio
Crisis como detonante del cambio
Hace años España necesitaba un cambio político tras la muerte de Franco, y supimos abordarlo. Ahora necesitamos un cambio económico. Un cambio que arrastre consigo todas las criaturas deformadas que hemos ido manteniendo en el cuerpo empresarial y social de nuestro entramado económico. Empezando por empresarios incompetentes y siguiendo por plantillas abúlicas, y abarcando también organismos sociales, privados y públicos, a nivel local, autonómico o estatal, como cámaras de comercio, sindicatos, consejerías o ministerios que no aportan nada a la inaplazable mejora de la productividad y la competitividad que requiere la economía española.