Será interesante ver la evolución de los países emergentes y en qué medida van ocupando las primeras filas de la competencia mundial y su crecimiento continúe siendo mayor a las economías más desarrolladas. Los países emergentes eran considerados del tercer mundo hace pocos años y donde prácticamente no existían a nivel empresarial y profesional.
Gracias a la conectividad y a la globalización han tenido acceso a la información con la consecuencia de mejorar su capacidad de competir. Además los países emergentes son muy poblados y han empezado a inundar los mercados de ingenieros, científicos, empresarios y también trabajadores de niveles más básicos, con muchas ganas de trabajar y con sueldos más bajos.
También será interesante ver cómo los mercados de estos países emergentes ofrecen oportunidades para las empresas del mundo y de las españolas.
Aunque a China e India ya no se les puede calificar de países emergentes, antes lo eran. También lo eran Corea del Sur o Taiwan. Sin embargo, ahora todos estos países están a la cabeza de la tecnología mundial. La apuesta por la formación en ingeniería e informática es descomunal en esos países. Europa, sin duda, se ha quedado atrás. Y no digamos España, donde tenemos multitud de licenciados en materias sin demanda que están en el paro. Es cuestión de tiempo que Estados Unidos pierda el liderazgo.
Para empezar, si miramos la lista de CEOs de empresas tecnológicas norteamericanas, ya encontramos muchos directivos indios o de origen indio...
Y con este panorama se está creando un mundo dividido en dos partes: los países, territorios, empresas y profesionales de alta competitividad por un lado, y los de “low cost” por el otro. Con esta polarización la parte de en medio va desapareciendo y si hasta hace poco con ser bueno era suficiente, ahora ya no lo es. Lo bueno es enemigo de lo excelente. Y para ser excelente hay que construir con las armas de la educación, la innovación y la sana ambición. La parte buena es que estas armas están más disponibles para más gente y mayores las oportunidades para no quedar atrás. Pero la parte que más disgusta en general es que hay que esforzarse más que nunca. ¡A pesar del cambio climático!
Será interesante ver la evolución de los países emergentes y en qué medida van ocupando las primeras filas de la competencia mundial y su crecimiento continúe siendo mayor a las economías más desarrolladas. Los países emergentes eran considerados del tercer mundo hace pocos años y donde prácticamente no existían a nivel empresarial y profesional.
Gracias a la conectividad y a la globalización han tenido acceso a la información con la consecuencia de mejorar su capacidad de competir. Además los países emergentes son muy poblados y han empezado a inundar los mercados de ingenieros, científicos, empresarios y también trabajadores de niveles más básicos, con muchas ganas de trabajar y con sueldos más bajos.
También será interesante ver cómo los mercados de estos países emergentes ofrecen oportunidades para las empresas del mundo y de las españolas.
Aunque a China e India ya no se les puede calificar de países emergentes, antes lo eran. También lo eran Corea del Sur o Taiwan. Sin embargo, ahora todos estos países están a la cabeza de la tecnología mundial. La apuesta por la formación en ingeniería e informática es descomunal en esos países. Europa, sin duda, se ha quedado atrás. Y no digamos España, donde tenemos multitud de licenciados en materias sin demanda que están en el paro. Es cuestión de tiempo que Estados Unidos pierda el liderazgo.
Para empezar, si miramos la lista de CEOs de empresas tecnológicas norteamericanas, ya encontramos muchos directivos indios o de origen indio...
Y con este panorama se está creando un mundo dividido en dos partes: los países, territorios, empresas y profesionales de alta competitividad por un lado, y los de “low cost” por el otro. Con esta polarización la parte de en medio va desapareciendo y si hasta hace poco con ser bueno era suficiente, ahora ya no lo es. Lo bueno es enemigo de lo excelente. Y para ser excelente hay que construir con las armas de la educación, la innovación y la sana ambición. La parte buena es que estas armas están más disponibles para más gente y mayores las oportunidades para no quedar atrás. Pero la parte que más disgusta en general es que hay que esforzarse más que nunca. ¡A pesar del cambio climático!