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Estados personales
Hace años yo solía decir que en el mundo las personas se distinguían en dos grandes grupos: los que eran "hijos de" y los que eran "padres de", es decir, los que aún no tenían hijos y los que sí los tenían. Defendía entonces, y aún defiendo, que tener un hijo cambia radicalmente la vida de las personas. Quienes los han tenido lo saben. Quienes no los han tenido se lo pierden. Tener un hijo le da otro sentido a la vida de sus padres, Y es algo a lo que ya no se puede renunciar. No hay renuncia posible. Pero perdérselo es una pena.
Ahora, a punto de cumplir 55 años, creo que hay otro hecho imparable que también separa a las personas en dos grandes grupos: los que han vivido menos de los que les queda por vivir, y los que les queda por vivir menos de lo que ya han vivido. Es un sentimiento más que una certeza, porque nadie sabe a ciencia cierta cuando va a morir. Pero creo que es un elemento psicológico que explica muy mucho la actitud de las personas ante la vida.
Yo creo encontrarme entre los segundos. Es decir, no espero vivir otros 55 años.
La diferenciación que acabo de comentar quizás sea el modo de separar a los jóvenes de los viejos. Los que aún han de alcanzar el ecuador de su vida y los que ya lo han dejado, probalemente, atrás.
¿A qué edad se produce ese cambio? No creo que haya una regla fija, pero podemos pensar que alrededor de los 40 años, si nos fijamos en las estadísticas de esperanza de vida en nuestro entorno, que están alrededor de los 80 años.
¿Y tú? ¿Eres de los de futuro o de los de pasado?
(Ojo. No seré yo quien diga que los que estamos en la "bajada de la vida" debamos deprimirnos por ello. Cada etapa de la vida merece ser vivida plenamente, y disfrutarla sin complejos)