Hace años yo solía decir que en el mundo las personas se distinguían en dos grandes grupos: los que eran "hijos de" y los que eran "padres de", es decir, los que aún no tenían hijos y los que sí los tenían. Defendía entonces, y aún defiendo, que tener un hijo cambia radicalmente la vida de las personas. Quienes los han tenido lo saben. Quienes no los han tenido se lo pierden. Tener un hijo le da otro sentido a la vida de sus padres, Y es algo a lo que ya no se puede renunciar. No hay renuncia posible. Pero perdérselo es una pena.
Estados personales
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Hace años yo solía decir que en el mundo las personas se distinguían en dos grandes grupos: los que eran "hijos de" y los que eran "padres de", es decir, los que aún no tenían hijos y los que sí los tenían. Defendía entonces, y aún defiendo, que tener un hijo cambia radicalmente la vida de las personas. Quienes los han tenido lo saben. Quienes no los han tenido se lo pierden. Tener un hijo le da otro sentido a la vida de sus padres, Y es algo a lo que ya no se puede renunciar. No hay renuncia posible. Pero perdérselo es una pena.