La humanidad ha estado demasiado tiempo negando la crisis climática. Aún hay quien la niega. Y yo creo que no hay duda de que es monumental y que nos lleva directos al desastre.
La situación en la que vivimos me parece bien retratada en la exitosa película No mires arriba, en la que se satiriza sobre la ausencia de reacción de la humanidad ante la amenaza de caída de un meteorito enorme que puede destruir la Tierra. El título de la película sobre la crisis climática sería ¡No mires arriba, idiota, mira abajo!
Yo entiendo que querer llamar la atención de la opinión pública mundial sobre la catástrofe climática cuando aún no hemos superado del todo la pandemia de la Covid 19 y estamos viviendo en directo una invasión de Ucrania por la estupidez del presidente ruso, no parece oportuno; pero la crisis climática es realmente el mayor problema de la humanidad. La Covid confiamos en que pase, aunque sea con millones de fallecidos, y la invasión rusa de Ucrania también pasará, aunque sea con miles de muertos y cambie la geopolítica mundial, pero la crisis climática es irreversible, y todo apunta a que nos conduzca a una catástrofe, y quizás a la extinción de la humanidad. ¡Y eso puede pasar antes de que acabe este siglo!
Hay multitud de estudios que apuntan a una situación irreversible, y lo que podemos hacer solo conseguirá retrasarlo un poco, pero no evitarlo. Es decir, este es nuestro verdadero problema. No la Covid, no la invasión de Ucrania, ni la más que posible invasión de Taiwan por parte de China, que pasará, y que puede conducir al mundo a una Tercera Guerra Mundial.
Las denuncias vienen de lejos, aunque hasta ahora solo se les haya hecho un caso relativo. Y continuan apareciendo cada día. Hoy mismo leo un artículo del periodista de TV3 Jordi Vilardell sobre el reciente informe de la ONU sobre el clima, en el que vuelven a llamar la atención sobre la magnitud de la catástrofe, e insisten en que el tiempo de reacción se acaba.
Los gobiernos mundiales no reaccionan con la decisión que se requeriría, por miedo a las reacciones del mundo económico e incluso de los ciudadanos, porque se pone por delante la comodidad del corto plazo que la vida en el largo. Yo te animo, querido lector, a que tú hagas todo lo que esté en tu mano para hacer frente a esta catástrofe imparable. Que no te pase, que no nos pase, como a la rana tonta a la que se calienta poco a poco el agua de su estanque hasta que muere. Que reaccionemos como la rana lista que salta cuando la meten en un estanque de agua muy caliente. ¡No seamos como las ranas tontas!
El problema es complejo, pero si intentamos resumir de qué estamos hablando, se trata del aumento de la temperatura global como consecuencia de los gases de efecto invernadero, con la consecuencia de:
Oleadas de calor, como la que estamos viviendo con creciente frecuencia en los veranos, y que hace que los inviernos sean más suaves. Incluso los polos o Siberia se están derritiendo. Y los glaciares desapareciendo.
Reducción drástica de la producción agrícola, debido al calor y a la falta de lluvia.
Escasez de agua en general, como consecuencia de las sequías cada vez más frecuentes. En España estamos viviendo una sequía preocupante en estos momentos, y va a ser un problema recurrente en muchas partes del mundo, y en especial en el Sur de Europa.
Lluvias torrenciales e inundaciones, cada vez más frecuentes.
Fuegos incontrolados enormes, como consecuencia de la falta de agua en los bosques.
Aumento del nivel del agua del mar, como consecuencia del derretimiento de los hielos polares, inundando muchas ciudades costeras.
La lista es terrorífica.
Y el calentamiento de se detiene, haciendo que las consecuencias se agraven año a año.
En próximos post iré regresando sobre este tema, porque, como digo, es el más urgente si queremos dejarles un mundo habitable a nuestros nietos, si es que ello es posible…
Para mí, una de las cosas que resultan más desesperanzadoras es el negacionismo visceral de muchos ciudadanos de a pie sobre el cambio climático.
Sirva como muestra la noticia que publica hoy un conocido diario digital sobre el último (y preocupante) informe del IPCC de la ONU: la inmensa mayoría de los comentarios de los lectores son negacionistas y conspiranoicos. Y siempre es así.
Ignoro si se trata de trolls o bots dirigidos por lobbies que usan la desinformación como estrategia para mantener sus negocios contaminantes, al estilo de las tabacaleras en los años 70, o –peor aún– si se trata de simple estupidez y refleja el pensar mayoritario de los ciudadanos, en cuyo caso ya podemos abandonar toda esperanza de que nuestros políticos vayan a hacer nada serio por evitar la catástrofe.