Vivimos unos tiempos con cierto incremento de la vulgaridad y superficialidad de las que el turismo no se escapa. Las diferencias entre turistas y viajeros están claras y los turistas de low cost que invaden Barcelona, con este nuevo concepto de los parques temáticos, pueden satisfacer sus sueños de viajar sin importar que todo se haga deprisa. Lo importante es estar en muchos sitios en pocos días.
El turista no disfruta del viaje en sí mismo porque está más concentrado en la cara y envidia de aquellos parientes, amigos y conocidos al descubrir las fotos y videos en las redes sociales. La obsesión del turista es dejar constancia de todos los sitios donde ha estado pero no ha conocido. Cosas del ego. Algunos se emborrachan, se desinhiben. Cosas de la vulgaridad.
Para los planes y reformas del sector están los políticos, pero en algunos partidos la ideología ha desaparecido, si alguna vez la tuvieron, prefiriendo hablar en privado de intereses, obteniendo el consenso favoreciendo a grupos particulares y frecuentemente la venta de favores.
Es complicado. Se dice que el mundo que estamos creamos viene a ser una materialización de nuestro mundo interior, de nuestros deseos, fantasías, virtudes y vicios. Entonces, si lo que creamos no nos gusta, ¿no serán las grandes obras pendientes no tanto físicas o tecnológicas, sino sicológicas, valóricas y morales? ¡Qué tiempos nos ha tocado vivir!
Vivimos unos tiempos con cierto incremento de la vulgaridad y superficialidad de las que el turismo no se escapa. Las diferencias entre turistas y viajeros están claras y los turistas de low cost que invaden Barcelona, con este nuevo concepto de los parques temáticos, pueden satisfacer sus sueños de viajar sin importar que todo se haga deprisa. Lo importante es estar en muchos sitios en pocos días.
El turista no disfruta del viaje en sí mismo porque está más concentrado en la cara y envidia de aquellos parientes, amigos y conocidos al descubrir las fotos y videos en las redes sociales. La obsesión del turista es dejar constancia de todos los sitios donde ha estado pero no ha conocido. Cosas del ego. Algunos se emborrachan, se desinhiben. Cosas de la vulgaridad.
Para los planes y reformas del sector están los políticos, pero en algunos partidos la ideología ha desaparecido, si alguna vez la tuvieron, prefiriendo hablar en privado de intereses, obteniendo el consenso favoreciendo a grupos particulares y frecuentemente la venta de favores.
Es complicado. Se dice que el mundo que estamos creamos viene a ser una materialización de nuestro mundo interior, de nuestros deseos, fantasías, virtudes y vicios. Entonces, si lo que creamos no nos gusta, ¿no serán las grandes obras pendientes no tanto físicas o tecnológicas, sino sicológicas, valóricas y morales? ¡Qué tiempos nos ha tocado vivir!